La presencia de la diversidad en las aulas, de los alumnos
con necesidades educativas especiales, exigen la creación de distintos
agrupamientos dentro del aula y la concentración de los apoyos y recursos en el
aula; escuelas inclusivas frente a la segregación y al fracaso. En la escuela,
la diversidad es algo positivo, es fundamental para sobrevivir en ella, es el
soporte de los “andamiajes” para el aprendizaje y el desarrollo, (Brunner). Los alumnos crecen si van apreciando las
diferencias y la necesidad de empatía y complementariedad para trabajar y
disfrutar en una escuela más inclusiva, y, al mismo tiempo, ir construyendo una
sociedad más justa.
La diversidad enfatiza el papel de la escuela como agente de
transformación social, si es una escuela sin excluidos. Si es una escuela de
inclusión, se cambia el modelo deficitario por el competencial, se reconceptualiza
el fracaso ante el aprendizaje como búsqueda de una enseñanza adaptada y
avanzada, se atribuye el fracaso a algunos componentes del sistema educativo.
El profesor es el encargado que sus alumnos vean su aula y su escuela como una comunidad
de aprendizaje en la que se fomenta la interdependencia, la adaptación,
valores, autorregulación, trabajo cooperativo, y sobre todo el aprendizaje
significativo.
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